Basta de impunidad en el Colegio de Médicos de Barcelona

 

Basta de impunidad en el Colegio de Médicos de Barcelona

A partir de 1975, después de dejar atrás una larga dictadura, las fuerzas políticas fueron capaces de consensuar la mejor Transición posible, con unos resultados políticos y sociales internacionalmente reconocidos. Sin embargo, Cataluña, desde principios de los años 80 y bajo el liderazgo de Jordi Pujol, se fue apartando progresivamente del proyecto común. De forma encubierta en las primeras décadas (el peix al cove) y de manera abiertamente independentista a partir de 2012.

Durante más de 40 años se promovió desde la Generalitat un proceso de nation building con la pretensión de conseguir un Estado. El régimen nacionalista y separatista fomentaba una nación excluyendo a los catalanes que nos sentimos españoles. La represión y cancelación de la disidencia no nacionalista entre 1980 y 2017 -fecha del levantamiento separatista contra el orden constitucional- ha dejado secuelas políticas, económicas y sociales por doquier, afectando a las relaciones profesionales, familiares y personales.

Basta de impunidad en el Colegio de Médicos de Barcelona
Javier Olivares

El abajo firmante [Álex Ramos] puede dar fe. En 1989, tras más de un año de preparación, superé dos oposiciones -Técnico Superior de Salud Pública y Técnico Medio- sin poder obtener plaza en la Consejería de Sanidad. ¿Por qué? Porque en la fase de concurso no tenía puntos. ¿Quién los tenía? En buena parte, aspirantes cercanos a Convergència Democràtica de Catalunya, que habían accedido previamente sin opositar a través de contratos temporales. Así se estructuró en gran medida el cuerpo inicial de funcionarios en Cataluña.

En 1990 opté a un proceso de selección de personal en el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB) y obtuve la plaza. Bajo la dirección del Dr. Hèlios Pardell (1946-2008), pionero de la Formación Médica Continuada, se me encomendó diseñar un sistema de acreditación de actividades formativas para el Consejo Catalán de Formación Médica Continuada (CCFMC); entidad compuesta por las consejerías de Sanidad y Educación, el Consejo catalán de Colegios de Médicos y la Academia de Ciencias Médicas. El reto no era sencillo ni rápido, la gestación duró de 1990 a 1997.

Para hacerle frente cursé un máster en Educación de Adultos, un máster europeo de Formación de Formadores y múltiples cursos de metodología pedagógica. Realicé una estancia en Reino Unido para conocer los Royal Colleges, su Formación Médica Continuada y acreditación, y otras dos estancias en Estados Unidos (American Medical Association y Acreditation Council on Continuing Medical Education) y en Canadá (Royal Colleges), con idéntico objetivo.

Tras un intenso aprendizaje, presenté las tesinas de los másteres con un sistema de acreditación de actividades de formación, propuesta que sirvió para el Consejo Catalán de Formación Médica Continuada, sistema que se impulsó en 1997.

En 1998, el Ministerio de Sanidad asumió en su totalidad el sistema catalán de acreditación para todas las profesiones sanitarias y lo descentralizó al resto de las autonomías. Desde entonces se han acreditado decenas de miles de actividades de Formación Médica Continuada con un sistema que se ha mostrado robusto, fiable y válido para ordenar la calidad de la formación.

En paralelo, desde el Centro de Estudios del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona -del que fui jefe de Estudios y director entre 1990 y 2018- impulsé en ese periodo un Programa de Formación modular con más de 2.100 cursos para más de 25.000 alumnos. los beneficios se destinaban a becas y ayudas.

Con el Dr. Pardell impulsamos los Cuadernos de la Buena Praxis Médica; siendo director editorial se editaron 35 monografías para los 35.000 médicos del Colegio. Dirigí también la Oficina Técnica de Acreditación del COMB y del Consejo catalán de Colegios de Médicos con más de 5.000 médicos acreditados en formación continua y en capacitación. Con un equipo de cuatro personas, el Centro de Estudios del COMB presentó unos resultados positivos en los últimos 10 años de entre 40.000 y 60.000 euros anuales.

Me he permitido exponer al amable lector lo más destacado de una trayectoria de 30 años para facilitar el contexto previo al acoso que estaba por llegar.

Sufrí acoso laboral, coacciones y agresiones contra mi dignidad profesional y personal desde 2018 hasta el 14 de octubre de 2020, fecha en que el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona ejecutó mi despido fulminante esgrimiendo razones de última hora de carácter laboral. Incluso se contrató a un detective privado para indagar en mi vida personal.

La estrategia de acoso y mobbing comenzó en el mes de marzo de 2018, momento en que se me aisló profesionalmente, sometiéndome a un progresivo vaciado de mis funciones.

Mi cargo quedó sin contenido, fui sustituido por una gerente para el mismo Centro de Estudios al que le cambiaron de nombre (IFMIL) y asumió el mando de mi antiguo equipo y del Programa de Formación construido durante años. Mi superior, el Dr. Marc Soler, incorporó a un amigo suyo, jubilado, como asesor retribuido.

Fui desplazado de mi despacho habitual a un reducido espacio con paredes de cristal, expuesto al público, pero sin funciones.

Llegados hasta aquí podrán intuir que mi caída en desgracia no tenía que ver con razones profesionales, con la paradoja entre lo aportado y el acoso. El despido fue una represalia política como consecuencia de mi dedicación extra laboral y altruista como vicepresidente de Societat Civil Catalana y coordinador de las dos grandes manifestaciones constitucionalistas de octubre de 2017.

Supe que, en la Junta Directiva del Dr. Jaume Padrós, presidente del COMB, se hablaba abiertamente del Dr. Álex Ramos como «el enemigo en casa» por mi compromiso con la legalidad vigente y mi firme oposición al nacionalismo separatista, que abrazaba fervientemente el Dr. Padrós. Fue el director corporativo del Colegio, el Dr. Marc Soler, el encargado de pergeñar el despido.

Diez minutos antes del juicio, el COMB reconoció que el despido era improcedente y pretendía despacharlo con una indemnización vergonzante. Finalmente se convino una cantidad cercana al baremo correspondiente. Ahí acabó el procedimiento laboral. Ellos consiguieron su represalia política sin rascarse los bolsillos, con los recursos de los colegiados.

Transcurridos cuatro años del traumático trance (no sin dificultades y perjuicios) he decidido interponer, junto al Sindicato Médico Catalán (SIMECAT), una denuncia por los delitos de acoso, coacción y discriminación ideológica con el agravante de odio contra Jaume Padrós, presidente del COMB de 2014 a 2025 y Marc Soler, ex director general corporativo. Se citarán testigos para acreditarlo. La denuncia ya se ha admitido a trámite y se han efectuado las diligencias previas.

La motivación de esta denuncia tiene que ver con la conciencia individual y la responsabilidad social. Me siento en la obligación de poner en conocimiento de la Justicia y de destapar ante la ciudadanía en general y la profesión médica en particular unas prácticas sectarias impropias de un colegio profesional que actúa con total impunidad.

En 1990, el COMB tenía 75 trabajadores. En 2025, ronda los 450. Sin embargo, las competencias del Colegio son exactamente las mismas. Se trata de una estructura empresarial hipertrofiada dedicada a vender múltiples servicios a los médicos sin mejorar sus condiciones laborales o profesionales.

Y según información facilitada en asamblea de compromisarios, los honorarios de directivos del COMB como el Dr. Marc Soler y de otros pueden alcanzar más de 135.000 euros entre sueldo y otros beneficios, además de privilegios como el renting de coches de alta gama. Una ostentación que contrasta con los esfuerzos y méritos que deben acreditar los médicos colegiados a lo largo de su carrera.

Por si no fuera suficiente con las condiciones laborales que soporta la profesión y las bajas retribuciones crónicas, los médicos para ejercer están obligados a colegiarse en una entidad como el COMB, fuertemente ideologizada en la que los más beneficiados son un puñado de personas desde hace décadas, gozando de prebendas fuera de lo común en la profesión.

Álex Ramos Torre es médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y secretario general del Sindicato Médico Catalán SIMECAT. Xavier Gastaminza es médico psquiatra y presidente del Sindicato Médico Catalán.


Este artículo, publicado originalmente en El Mundo, se reproduce al amparo de lo establecido en la legislación nacional e internacional (ver cobertura legal).

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