Lección fundamental de la macroeconomía: los desequilibrios comerciales son, en esencia, desequilibrios de ahorro e inversión.

 

 

Los aranceles, una solución ilusoria para el déficit comercial

Las tarifas no corrigen el desequilibrio fundamental entre ahorro e inversión, y pueden causar efectos negativos

 Manuel Alejandro Hidalgo

 

La nueva administración Trump ha reavivado con fuerza el debate sobre los aranceles como instrumento de política comercial. El presidente ha anunciado su intención de imponer gravámenes del 25% a las importaciones de la Unión Europea, mientras continúa amenazando a otros países con medidas similares. Aunque estas declaraciones puedan responder a diversas estrategias, en el fondo late una convicción según se ha derivado de algunas de sus intervenciones: tratar a los países que generan parte del déficit exterior estadounidense como culpables del mismo. Según esta lógica, el incremento arancelario tendría como objetivo reducir el déficit comercial y revitalizar la industria nacional.

Ante este planteamiento, surge una pregunta fundamental: ¿son realmente los aranceles una herramienta efectiva para corregir déficits comerciales persistentes como el que presenta Estados Unidos? La cuestión adquiere especial relevancia considerando que el déficit comercial estadounidense superó los 918.000 millones de dólares en 2024, una cifra que evidencia un desequilibrio estructural prolongado.

Pues bien, lo que la evidencia acumulada tras décadas de investigación económica ofrece es una respuesta sólida: los aranceles resultan ineficaces cuando los desequilibrios comerciales están causados por diferencias estructurales en las tasas de ahorro entre países. Esta conclusión, aunque pueda parecer contraintuitiva, se sustenta en un principio macroeconómico esencial: el déficit o superávit comercial de un país equivale a la diferencia entre su inversión doméstica y su ahorro nacional.

Esta dinámica explica por qué cuando una economía se relaciona comercial y financieramente con otros países, si ahorra en exceso tiende a “exportar” dichos excedentes, que son utilizados por economías con menos ahorro para adquirir sus bienes. En este intercambio global, las diferencias en ventajas comparativas influyen en la composición del comercio, pero los desequilibrios agregados responden principalmente a los diferenciales de ahorro entre naciones.

Un debate reciente entre economistas ilustra perfectamente estas tensiones conceptuales. Así, Joseph Steinberg profesor de la Universidad de Toronto argumentó, en conversación en la red social X con el economista senior del Carnegie Endowment, que el déficit comercial estadounidense no es consecuencia de políticas comerciales desventajosas, sino reflejo de un desequilibrio macroeconómico fundamental. Sin embargo, el segundo planteó una visión más matizada, señalando que los superávits de países como Alemania o China son resultado de políticas económicas e industriales que suprimen el consumo interno y favorecen las exportaciones.

Lo que es cierto es que Estados Unidos presenta una de las tasas de ahorro más bajas entre las economías desarrolladas desde hace lustros, al igual que España antes de la Gran Recesión. Sin embargo, países con grandes superávits comerciales como China, Alemania y, en la actualidad, la propia España registran tasas de ahorro significativamente mayores. Esta asimetría fundamental explica mejor los déficits comerciales estadounidenses que cualquier política comercial específica o acuerdo comercial supuestamente desfavorable.

La pregunta necesaria es por qué Estados Unidos posee un ahorro tan pequeño. La respuesta no es sencilla. Así, unos de los primeros factores que lo determinan es el déficit fiscal crónico. A esto habría que añadir un sistema que incentiva el consumo sobre el ahorro así como una elevada capacidad de sus empresas hacia la inversión. Estos factores, combinados con la posición privilegiada del dólar como moneda de reserva mundial, no nos olvidemos de esto, han permitido a Estados Unidos mantener déficits comerciales persistentes sin enfrentar las crisis de balanza de pagos que afectarían a otras economías.

Yendo al inicio de nuevo, entonces, ¿qué ocurriría cuando un país con un diferencial de ahorro tan elevado impone aranceles mientras no ataca la verdadera raíz del déficit comercial, su insuficiencia de ahorro nacional? La respuesta es que no se resuelve el problema de fondo, sino que se generan distorsiones adicionales.

Así, los aranceles pueden alterar temporalmente la composición geográfica del déficit —desviando importaciones, por ejemplo, de China hacia Vietnam— pero no corrigen el desequilibrio fundamental entre ahorro e inversión. Además, estas medidas pueden producir efectos secundarios negativos, como el aumento de precios para los consumidores domésticos y el encarecimiento de insumos para empresas locales, reduciendo su competitividad global, y pudiendo, paradójicamente, elevar las importaciones, algo que se pretende evitar.

La experiencia reciente confirma estas predicciones teóricas. Por ejemplo, cuando Estados Unidos impuso aranceles significativos contra China durante la primera administración Trump, su déficit comercial total no se redujo —simplemente se redistribuyó hacia otros países asiáticos, particularmente Vietnam -–, generando una nueva dependencia comercial que antes no existía.

Por lo tanto, para abordar eficazmente los desequilibrios comerciales globales se requieren cambios estructurales en ambos extremos del espectro. Los países con déficit crónico, como Estados Unidos, deberían implementar políticas que incrementen el ahorro nacional. Estas deberían ser una mezcla de políticas fiscales más equilibradas que reduzcan el déficit público, de incentivos efectivos para el ahorro privado, de mejoras en la competitividad internacional sin recurrir al proteccionismo o de inversiones en capital humano y físico que aumenten la productividad.

  • Paralelamente, las economías superavitarias como China y Alemania deberían reorientar sus modelos económicos hacia el fortalecimiento de la demanda interna, la implementación de reformas en sectores clave que actualmente deprimen el consumo doméstico o la reducción de su dependencia histórica de las exportaciones como motor exclusivo de crecimiento.
  • Por lo tanto, la verdadera solución requiere un esfuerzo coordinado internacional que reconozca esta interdependencia y promueva ajustes graduales en los patrones de ahorro e inversión globales. Mientras los debates políticos se centran en medidas proteccionistas de corto plazo, la evidencia económica sugiere que el camino hacia un comercio más equilibrado pasa por abordar las causas fundamentales: las profundas asimetrías en las tasas de ahorro nacional entre países.
  • La próxima vez que escuchemos a un político prometiendo corregir el déficit comercial mediante aranceles, recordemos esta lección fundamental de la macroeconomía: los desequilibrios comerciales son, en esencia, desequilibrios de ahorro e inversión. Abordarlos requiere mirar más allá de las fronteras comerciales, hacia nuestros propios hábitos de consumo y políticas fiscales. El verdadero desafío no está en cómo comerciamos con otros, sino en cómo gestionamos nuestros recursos internos.

Los problemas de déficit exterior de EEUU NO SON CAUSADOS por tratados comerciales. Son principalmente derivados por:

 - posición del dólar como moneda de reserva. 

- déficit crónico fiscal 

- elevada inversión que aprecia su moneda 

https://cincodias.elpais.com/economia/2025-03-03/los-aranceles-una-solucion-ilusoria-para-el-deficit-comercial.html 

https://articulosclaves.blogspot.com/2025/03/seis-razones-contra-el-proteccionismo.html

https://articulosclaves.blogspot.com/2025/03/trump-esta-utilizando-herramientas-del.html

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